Ada Falcón

Aída Elsa Ada Falcone, conocida artísticamente como Ada Falcón, nació el 17 de agosto de 1905 en una estancia del partido de Ituzaingó y fue la hija menor de Cornelia Boesio. Esta estaba casada con Domingo Falcone y tuvo un romance con Miguel Nazar Anchorena, un estanciero tucumano que murió en Francia sin llegar a conocer a su hija.


En su niñez vivió en un edificio ubicado en la esquina de Avenida San Juan y Rincón del barrio de San Cristóbal. Cuenta su biografía que cuando apenas tenía 4 años le dijo a su madre que quería cantar, deseo que la mujer alentó: debutó como "La joyita argentina" en la Sociedad de San Vicente de Paul donde apareció con el apellido "Falcón", por pedido de su madre.


En 1919, con 14 años, participó de la película muda “El festín de los caranchos”, de la cual no quedaron huellas. Su carrera artística estaba en constante ascenso y le impedía ir a la escuela, por lo que recibía clases en su casa.


Hasta el 15 de julio de 1925 alternaba las varietés con cuadros de revistas. Pero aquel día comenzó su trabajo en la sala de grabación de RCA Victor, junto a la orquesta de Osvaldo Fresedo. Así se convirtió en la tercera mujer argentina en grabar un disco de tango. Ya estaban en escena Azucena Maizani y Rosita Quiroga, que debutaron en discos en 1923. En 1927 se sumaron a la camada femenina Mercedes Simone y Tita Merello, y luego llegaría Tania en 1930.


En 1929 grabó 14 temas para el sello Odeón con el pianista Enrique Delfino y el guitarrista Manuel Parada. El 24 de julio de ese año comenzó su relación laboral con Francisco Canaro y su orquesta. Grabaron “La morocha” y siguieron otros 180 encuentros,  que dieron como fruto a razón de quince discos por mes. En esos meses debutó en Radio Cultura, Stentor, Splendid, Argentina, Prieto, Belgrano y El Mundo. Ada ya estaba en la cima de su carrera. También grabó tres películas, de las que protagonizó una, y para mediados de la década de 1930 era una de las cancionistas más importantes del tango. El público la admiraba por su poder de interpretación, tan particular y tan sentida; pese a que ella rechazaba el contacto con este.


Para 1934 el cine era sonoro y retornó a la pantalla grande de la mano del director Eduardo Morera que la hizo protagonista de “Ídolos de la radio” junto a Ignacio Corsini y Tita Merello. Y allí cantó “Yo no sé qué me han hecho tus ojos”, vals compuesto por Canaro en su honor, en 1933. Tema que, irónicamente, marcaría su vida y su carrera artística. Junto al compositor vivió el apogeo de su carrera y un gran amor que duraría uno poco más de una década.


Por entonces los ojos verdes de Ada deslumbraban a todos los que la miraban. "¡Qué ojos! Usted no se imagina lo que era yo. Bastaba con mirarme los hoyitos de las mejillas, los dientes, las piernas. Decía Discépolo de mí: 'Es tan divina, que hace mal mirarla'", contaba al diario Clarín en 1992.


Entre sus mayores éxitos del tango se destacaron: “Envidia”, “Destellos”, “Corazón de oro”, “La pulpera de Santa Lucía”, “Caminito”, y “Cambalache”, entre muchos otros.


En 1935 alcanzó su período de esplendor y decidió no hacer más presentaciones en público, por lo que Radio El Mundo —donde tocaban en vivo las mejores orquestas— dejó a su disposición una pequeña sala F, a la cuál denominaron “Sala Falcón”. Cuentan que no quería tener contacto con el público que llenaba la sala mayor.​ Se dice que sus “aires de diva” la llevaron a la excentricidad y que hacía cosas como subirse a su descapotable rojo y correr desde Palermo hasta Vicente López para que el viento le secara su cabello.


El 28 de septiembre de 1938 dio por finalizada la relación laboral con Francisco Canaro y sus actuaciones comenzaban a ser cada vez más esporádicas. Un año después cantó detrás de un cortinado que la escondió hasta de sus propios músicos. En 1942, grabó su último disco con el tango “Corazón encadenado” y el vals “Viviré con tu recuerdo”, de Canaro e Ivo Pelay. Luego de esto decidió dejarlo todo y junto a su madre, quien de niña había impulsado su carrera, se muda de Buenos Aires.

Se sospecha que la decisión de Falcón de vivir recluida por 60 años está vinculada a su relación con Canaro, con quien habrían sido compañeros de orquesta y amantes, mientras él estaba casado con una francesa.


Los motivos que llevaron a Ada a alejarse de Canaro no están comprobados, pero un músico de la orquesta y biógrafo del director contaba entonces dos versiones: Ada le insistía a Canaro que se separase de su esposa para casarse con ella, cosa que él habría aceptado, pero que no hizo porque supo que la francesa debía quedarse con la mitad de su fortuna.


La otra versión cuenta que mientras los amantes descansaban de una presentación y Ada estaba sentada sobre las faldas de Canaro entró la francesa a la habitación, sacó un arma de su cartera y atentó contra la vida de la cancionista que salió corriendo.


Otras versiones aseguran que Adhelma, su hermana mayor, y Canaro habían tenido una relación íntima y que al enterarse de eso Ada nunca más volvió a hablarles.


En una de las pocas y excepcionales entrevistas logradas en 1982, Falcón dijo: "En plena juventud tuve riquezas y belleza, tuve una visión maravillosa del Señor y no vacilé un instante en dejarlo todo y recluirme en las sierras con mamita, en un convento franciscano, y vivir con humildad. Desde que nací, dormí junto a mi madre, y su muerte me destrozó". La madre de Ada murió en 1977 con más de 90 años y tras su perdida la cantante se recluyó en una casa de retiro en carácter de tercera franciscana.


Su retiro en la década del ‘40 había sorprendido fuertemente al ambiente artístico. Falcón vivía en una casona de lujo en pleno Palermo Chico, tenía dos coches de alta gama y todo lo vendió repartiendo gran parte de sus riquezas entre algunos de sus conocidos. Luego se mudó con su madre a una casa simple en Salsipuedes, en medio de las sierras de Córdoba.​


Estuvo allí hasta 1989 y regresó a Buenos Aires donde acusó a la discográfica Odeón de no querer reeditar sus discos (se supo que ella misma negó esos derechos) y señaló a su hermana Adhelma de cantar en lugares pequeños haciéndose pasar por ella, y firmar autógrafos con su nombre.


Adhelma, dos años mayor, también cantaba pero nunca logró tener la fama de Ada y dejaron de tener contacto el mismo año que se retiró. En ese reportaje al que accedió tras años de silencio dijo sobre ella: "Durante treinta años cobró otra persona todos mis derechos; fue una venganza de una persona muy poderosa que ya murió, que me dijo que me iba a hacer morir de hambre". Se cree que el poderoso al que se refería era Canaro quien falleció el 14 de diciembre de 1964.


Cuando su vejez comenzó a pesarle decidió recluirse en el hogar de ancianos de las hermanas de San Camilo, ubicado en la localidad de Molinari, cerca de Cosquín.​


Poco antes de morir accedió nuevamente a una entrevista para el premiado documental sobre su vida “Yo no sé qué me han hecho tus ojos”, de Sergio Wolf y Lorena Muñoz, donde detrás de unos lentes de vidrios gruesos y con el cabello oculto por una red negra se la ve de perfil viéndose a sí misma.


El documental logró su última imagen después de 60 años: termina con el rostro de una mujer anciana, perdida entre sus recuerdos y la enfermedad que la aquejaba. Wolf le indaga cuál fue su gran amor, en clara referencia a Canaro. "No recuerdo", respondió casi entre suspiros.


En una de las escenas, el documentalista la hace mirar una película donde ella actúa y la hace escuchar sus grabaciones. Apenas se reconoce. Mira las imágenes y se refiere a la joven que ve en tercera persona: "¡Pobre Ada!… "Pobre  Canaro!", repetía como si fueran la misma persona. Ese invaluable material ​recibió un premio Cóndor de Plata, un premio Clarín, dos reconocimientos del Festival de Cine de La Habana y otro de BAFICI como Mejor Documental en 2004.


La casa que habitó en Salsipuedes, ha sido reciclada y convertida en museo privado en el año 2013, conocido como Casona & Museo La Joyita, en el cual se conservan mobiliario, obras de arte y recuerdos de la cantante.


Ada Falcón falleció de causas naturales a los 96 años en el hogar de ancianos de la congregación de San Camilo, en la localidad de Molinari, a 5 kilómetros de Cosquín. Sus restos fueron trasladados a Buenos Aires, donde fueron inhumados en el panteón de SADAIC en el cementerio de la Chacarita,​ como una ironía del destino, a metros de los de Francisco Canaro.