En esta obra arquitectónica todo era de vanguardia, tenía lo último en seguridad y comodidad. La estructura era de cemento armado, a prueba de fuego. Se instalaron, además, una sala de primeros auxilios y equipos de calefacción y refrigeración, ubicados en el sótano para no eclipsar su estética. En verano podía adaptarse el lugar y optar por la brisa natural, ya que en la cúpula había un techo corredizo. El teatro contaba con cuatro hileras de palcos, que se mantienen hasta la actualidad, y una platea con capacidad para quinientas personas. Para la cúpula de la sala teatral convocaron al pintor italiano Nazareno Orlandi para embellecerla con una obra pictórica al óleo con alegoría a la paz que representaba el fin de la Primera Guerra Mundial.
Referencias y Fotografías
https://www.lanacion.com.ar/cultura/ateneo-grand-splendid-el-cine-teatro-se-nid2522006/
https://www.lagaceta.com.ar/nota/743067/opinion/gran-splendid.html
https://es.wikipedia.org/wiki/El_Ateneo_Grand_Splendid
06/2021
La historia de este lugar comenzó con un ambicioso inmigrante de origen austríaco llegado al país en 1890: Mordechai David Glücksman, conocido como “Max” Glücksmann, quien en 1917 encargó el proyecto para construir un gran edificio y un nuevo teatro sobre los cimientos de lo que había sido el Teatro Nacional Norte, en Av. Santa Fé 1860 de Barrio Norte.
A ese nuevo teatro lo llamó Grand Splendid, y fue inaugurado en mayo de 1919. Por encima de este se encuentra el edificio con diez plantas con departamentos. Pues, tal como era el modelo de negocios de la época, Glücksman pensó en aprovechar esos departamentos para alquilarlos y así, de esta forma, recuperar la inversión que requería darse el gusto de tener su propio teatro.
El diseño del proyecto estuvo a cargo de los arquitectos Rafael Peró y Manuel Torres Armengol, y la construcción por los arquitectos Pizoney y Falcope.
Lo más destacable de esta construcción de estilo ecléctico, en su aspecto exterior, son las estatuas de hombres forzudos que sostienen los balcones de la tercera planta, la línea central de balcones y el arco que está a la altura de la primera planta que servía de pórtico general del teatro.
En este teatro se brindaron una amplia gama de espectáculos. Desde obras teatrales, conciertos de ballet, óperas, fiestas a beneficio, y espectáculos de tango. En él desfilaron grandes personalidades como Ignacio Corsini, Roberto Firpo, quien le dedicara el tango “Gran Splendid” en 1927. El lugar se convirtió en uno de los faros de la cultura porteña.
Glücksmann contribuyó al desarrollo de la música rioplatense a través de los estimulantes “Concursos del Gran Splendid”. Por allí pasaron artistas como Paquita Bernardo, apodada «La Flor de Villa Crespo», cuyo nombre verdadero era Francisca Cruz Bernardo, quién fuera una compositora de tangos y la primera bandoneonista profesional argentina, que falleció tempranamente a los 25 años.
Entre 1921 y 1930 se empleó el último piso del edificio como estudio de grabación. El sello Nacional Odeón, hoy EMI, tenía aquí su sede. Y bajo este sello, empezó a grabar Carlos Gardel. Existe una leyenda urbana que cuenta que Glücksmann le enseñó a darle más potencia a su voz haciendo que el Zorzal Criollo se tomara con las manos del respaldo de una silla y así expandiera su caja torácica. La sala en la que grababa aún existe, aunque no es de acceso público.
El 23 de mayo de 1923 desde el primer piso del edificio comenzó a transmitir, la histórica emisora Radio Splendid bajo el nombre “Grand Splendid Theatre”. Sobre la azotea se montó una imponente torre de antena inclinada. En 1924, cambió su nombre a “Radio Grand Splendid”. Y ese mismo año, el 30 de septiembre a las 22 horas, el dúo Gardel-Razzano inició una larga audición que resultó un gran éxito. Cuatro días después, Gardel se presentaría como solista acompañado por la orquesta de Francisco Canaro concretando una nueva y elogiada presentación.
En 1929 la emisora adoptó su denominación tradicional de Radio Splendid.
A partir de 1926 el teatro Grand Splendid se abocó también a la cinematografía y fue escenario de innumerables estrenos.
En 1930, volvió a lucirse en formato de teatro, para retomar con el cine recién en 1973. De ahí en más, la prestigiosa sala resistió los años y las crisis económicas como pudo hasta que cerró sus puertas.
En febrero de 2000 el grupo Ilhsa, que ya tenía a su cargo la tradicional librería “El Ateneo” y “Yenny”, realizaron una inversión de más de tres millones de dólares para inaugurar al “Ateneo Grand Splendid” como una librería. Debido a su extensión, unos dos mil metros cuadrados, pasó a ser considerada la librería más grande de Sudamérica. Cada uno de sus cuatro pisos es un universo diferente: en el subsuelo hay libros infantiles, discos y películas; en la planta baja miles de libros de ficción y no ficción. En el primer piso los pasillos guardan libros técnicos y profesionales. Finalmente, en el último piso está el sector dedicado a la música clásica.
Las estanterías con libros se extienden en todo lo que antes fuera la sala, los palcos se han transformado en sitios acogedores de lectura, y el escenario devino en confitería, manteniendo su telón de terciopelo original.
Al entrar a este lugar uno no puede dejar de quedar maravillado ante tanta belleza arquitectónica y tanta variedad de libros. Borges alguna vez mencionó: “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”. Me atrevería agregar a esta célebre frase, que el paraíso también sería una especie de librería.
En 2008, el medio inglés The Guardian la ubicó en el segundo puesto de las mejores librerías internacionales. Además, en 2019, la revista estadounidense National Geographic la nombró como "la librería más linda del mundo".
¿Qué hubiera pensado Max Glücksmann al ver que su gran proyecto del Teatro Grand Splendid se convertiría en la librería más bella del mundo?