Mercado del Abasto

El ex “Mercado de Abasto Proveedor”, se asoma imponente sobre la Avenida Corrientes 3247, entre las calles Agüero y Tomás Manuel de Anchorena, en el barrio porteño de Balvanera, aunque popularmente sea conocido como “barrio del Abasto”, precisamente por el mercado que dio su nombre a la zona.


​Esta deslumbrante estructura tiene una larga historia que definió para siempre la impronta del barrio. Para finales del siglo XIX, la Ciudad de Buenos Aires tuvo un importante crecimiento debido a las corrientes migratorias que llegaban desde diversos países, mayoritariamente, de Europa. Debido al aumento demográfico y la demolición del Mercado Modelo, ubicado frente a la Plaza Lorea, por la apertura de la Avenida de Mayo, los hermanos Devoto solicitaron el 16 de agosto de 1888 la construcción, en sus terrenos adquiridos en 1875, de un mercado de abasto. La Intendencia aceptó la propuesta el 29 de noviembre de 1888 y la elevó al Concejo Deliberante para que fuese tratada. Esta fue aprobada por el Consejo y sancionó el 8 de enero de 1889 una ordenanza autorizando la construcción del “Mercado Central de Abasto”, en el terreno situado en las calles de Corrientes, Gral. Lavalle, Anchorena y Laprida, cuya área se componía de 25 mil metros cuadrados. La Municipalidad asignó también la función del mercado, permitiendo la venta al por mayor de frutas, verduras y otros artículos de abasto, pero prohibiendo expresamente la venta de carne.


Los antiguos puesteros del Mercado Modelo decidieron asociarse, y en 1889 fundaron la “Sociedad Anónima Mercado de Abasto Proveedor”(SAMAP). Esta sociedad compró a los hermanos Devoto el terreno y la concesión para construir el Mercado de Abasto, y al ser aprobada la transferencia en 1890 por el Intendente Francisco Seeber, se comenzó la construcción. El Mercado fue proyectado y construido por “Pedro Vasena e Hijos”, empresa fundada en 1870, que realizaba trabajos de fundición de hierro, acero y bronce, herrería y calderería.


La primera parte del mercado fue inaugurada el 1° de abril de 1893 y contaba con una superficie de 1300 m². La ubicación del mismo era estratégica, ya que se encontraba cerca del ferrocarril y a mitad de camino entre La Boca y Olivos, dos zonas que eran productoras de frutas y hortalizas.

Como la población, y por lo tanto el consumo, aumentaban, fue necesaria la construcción de un corralón entre las calles Guardia Vieja, Lavalle, Gallo y Agüero para el depósito de los carros y caballos. En 1928 fue inaugurado un anexo utilizado para la venta minorista, que fue construido entre las calles Guardia Vieja, Lavalle, Gallo y Sánchez de Bustamante.


En la década del 30, además de la demanda que avanzaba, también lo hacían las nuevas tecnologías, que plantearon un objetivo distinto a la tradición del siglo XIX. Como ser el nuevo tránsito vehicular, la demanda rápida de carga, y descarga, mayor cantidad de mercaderías en depósito, las necesidades de control e higiene, que exigían enormes circulaciones de aire renovable y la incorporación de cámaras frigoríficas, entre otras. Cuestión que el mercado necesitaba modificarse y expandirse.


El nuevo proyecto fue diseñado por el arquitecto esloveno Viktor Sulčič. Si la antigua edificación fue inspirada en “Les Halles” de París, el nuevo diseño del gran edificio realizado por Sulčič era un muy original “art déco” con aires de “brutalismo”, y fue proyectado y dirigido por el estudio Delpini-Sulcic-Bes, al cual este arquitecto pertenecía. La construcción fue realizada por la empresa constructora Arienti y Maisterra, que construiría varios edificios emblemáticos de Buenos Aires.


Fue así que el edificio pasó a expresar un proceso de modernización que afronto la ciudad en esa época a través de su estructura en hormigón armado, sus escaleras mecánicas, montacargas, y cintas sin fin. El hormigón junto con el hierro y el vidrio tomaron el rol protagónico, combinándose con estilos clásicos e historicistas.


El nuevo proyecto de remodelación se organizó en 4 plantas libres de gran extensión, que se dividieron en 5 naves, de las cuales la central es la que más protagonismo tomó elevándose en altura sobre el resto y teniendo un ancho más prolongado. La nave central también resalta por ser el centro del eje de simetría de todo el edificio sumado a ser el acceso principal al mismo, sobre la Avenida Corrientes. La superficie total del mercado quedó de 58.000 metros cuadrados.


En cuanto a las funciones, el mercado contó con una clara organización que fueron divididas en las cuatro plantas del edificio. En la planta alta y la planta baja se encontraban los comercios mayoristas y minoristas, mientras que en el primer y segundo subsuelo se encontraban los sectores destinados a la venta de carnes y al depósito de estas.


Además de pensar el espacio lo más funcional posible, los arquitectos buscaron embellecer el espacio con lo más innovador del momento que fue el techo, el cual fue realizado colocando vidrios sobre los casetonados de hormigón armado, formando así las bóvedas que permitían el ingreso de luz de manera uniforme en todo el espacio.


El 28 de diciembre de 1931 fue colocada la piedra fundamental que inició la renovación. El 12 de junio de 1933 se inauguró un enlace subterráneo con la línea B del subterráneo (inaugurada en 1930) con el fin de que llegasen a su subsuelo los vagones con carga del Ferrocarril Central de Buenos Aires. Y el 24 de marzo de 1934, fue inaugurada la obra completa, contando con una superficie de 44 000 m², acceso para tren y estacionamientos subterráneos.


La zona se revitalizó, integrando las actividades del mercado con el ocio (teatro, juegos de naipes, bochas) y la gastronomía del barrio.


En 1939 la función del mercado fue ampliada, ya que fue permitida la venta de carnes y pescados.


El 27 de noviembre de 1952 comenzó un incendio en el subsuelo que duró varios días. Para proteger el edificio, José Luis Delpini reconstruyó las partes dañadas y reforzó su estructura. ​ Se comprobó que el túnel que conducía a la línea B de subterráneos avivó las llamas. Por el “efecto chimenea”, por lo que se clausuró el pasaje entre las vías del subte y el subsuelo del edificio mediante un muro de mampostería.


En 1955, el Mercado del Abasto fue escenario de la película "Mercado de Abasto", protagonizada por Pepe Arias y Tita Merello.


Pero el Mercado comenzó a vivir su final anunciado. El 9 de septiembre de 1971 el gobierno nacional promulgó una ley de fomento del establecimiento de mercados mayoristas de productos perecederos, estableciendo la creación de un “Mercado Central único” con el monopolio de comercialización mayorista de artículos alimenticios de primera necesidad para la Capital Federal y 25 partidos del Gran Buenos Aires. Sobre la base de esto, la Municipalidad promulgó la ordenanza 37282, que indicaba que a partir del 1.º de diciembre de 1982 deberían cesar en sus actividades los siete mercados mayoristas que operaban dentro de la jurisdicción municipal, incluyendo el Mercado de Abasto Proveedor.

En el año 1984 ya estaba habilitado el Mercado Central de Buenos Aires, por lo que el 14 de octubre de ese año se dispuso el cierre del Mercado de Abasto y sus operaciones fueron trasladadas al complejo ubicado en la localidad de Tapiales, por lo que el edificio quedó clausurado.


Tras su cierre, el barrio perdió parte de la vitalidad que le era propia desde fines del siglo pasado. Varias familias quedaron sin trabajo, ya que gran parte de la zona del Abasto giraba en función del mercado. Por otra parte, los espacios que quedaron vacíos tras la clausura del mercado (casas, antiguos depósitos) fueron progresivamente ocupados por otros sectores populares.


Como el Mercado de Abasto cerró seis años antes del vencimiento de la concesión por 100 años, la empresa logró que la Municipalidad cambiara la normativa por la cual podría construir torres de viviendas y un supermercado en los terrenos aledaños. Posteriormente la sociedad SAMAP vendió todo su patrimonio a la cooperativa El Hogar Obrero.


En 1985, el Concejo Deliberante declaró el ex-mercado “Patrimonio Cultural de la Ciudad”, impidiendo de esta manera su demolición.


En el año 1987 El Hogar Obrero comenzó la obra para hacer un centro comercial en el edificio nuevo y un centro cultural en el viejo. A fines de 1989 esta empresa entró en dificultades financieras por la hiperinflación de ese año por lo que se paralizó la obra. Esto agudizó la crisis del barrio, que quedó semiabandonado después de haber sido un importante punto comercial de la ciudad. Los problemas se agudizaron, hasta que en 1993 se remató las acciones de SAMAP, pero no hubo compradores. Luego de varias gestiones, en 1995 la empresa “Inversiones y Representaciones Sociedad Anónima” (IRSA) compró dichas acciones. En 1996 comenzó con la remodelación, manteniendo la tradicional riqueza arquitectónica de la fachada del edificio con sus arcos y bóvedas vidriados. La misma incluyó la demolición del Mercado Viejo (solo quedó en pie el muro perimetral), el edificio que antiguamente albergaba al Mercado de Abasto fue convertido en 1998 en el “Abasto Shopping”, y se convirtió en uno de los centros comerciales más importantes de ciudad.


El shopping fue diseñado por tres estudios de arquitectura en conjunto: Manteola-Sánchez Gómez-Santos-Solsona-Salaberry (MSGSSS) (proyecto urbano), Benjamin Thompson Architects (BTA, de Cambridge, Estados Unidos) y Pfeifer-Zurdo (diseñadores de interiores). Se diseñaron más de 230 locales repartidos en cuatro plantas, un patio de comidas en el último piso, una sala de arcades incluyendo una vuelta al mundo y otros juegos mecánicos, dos subsuelos de estacionamiento, un multicine de 12 salas (el Hoyts Abasto), el Museo de los Niños y la Plaza del Zorzal, una plaza seca y cubierta con un techo de vidrio. También se rehabilitó la conexión con la estación “Carlos Gardel” del Subte B, lo que permitió a mucha gente acceder fácilmente al shopping, incluso en días de lluvia.


En 1999, se inauguró la peatonal “Carlos Gardel” y la primera de las torres. El año siguiente abrió al público el hipermercado enfrente al complejo comercial.


En su momento, la demolición de los interiores originales del Mercado de Abasto generó una polémica, ya que fue uno de los primeros edificios porteños con escaleras mecánicas, pero se mantuvo toda la cáscara original de ambos edificios antiguos, y se vaciaron totalmente los interiores.


Actualmente, su estructura sigue intacta y monumental, deslumbrando sobre la Avenida Corrientes como un ícono del barrio que nunca duerme, y que despierta la admiración de los paseantes.