Haydée Mercedes Sosa nació el 9 de julio de 1935, en San Miguel de Tucumán, provincia de Tucumán, en el seno de una familia humilde. Nació el mismo día que se celebra el Día de la Independencia en nuestro país y en la misma ciudad donde se firmó el acta correspondiente. Mercedes era descendiente de calchaquíes, franceses y españoles, su padre era un obrero de la industria azucarera que trabajaba en el ingenio Guzmán, mientras que su madre trabajaba de lavandera para familias de clases acomodadas. Iba a llamarse Marta Mercedes, pero su padre cambió el primer nombre en el Registro Civil en el último momento. A pesar de ello, en su casa siempre la llamaron Marta.
Su primera aparición frente al público fue interpretando el himno nacional argentino en la escuela. Su profesora, Josefina Pesce de Medici, vio en Mercedes atributos para la ópera. Pero más allá de esa apreciación, el destino de Mercedes sería otro: “Por suerte me convertí en una cantante popular”, expresaba.
Mercedes tenía 12 años y memorizaba las canciones que oía en la radio de algún vecino, de algún amigo y las cantaba. La radio era un lujo para su familia. Lolita Torres, Lola Flores, Miguel de Molina eran de sus preferidos.
“Busco en mi pasado y siempre me veo cantando. Cantando en mi casa, cantando en la escuela, cantando en los velorios (…) Cantaba porque sí, sin darme cuenta, porque me salía”, expresaba en una entrevista.
Cuando tenía 14 años, sus padres, que eran fervientes peronistas, viajaron a Buenos Aires a celebrar un 17 de octubre. Mercedes se quedó al cuidado de sus hermanos mayores, y se sintió con tal libertad inusitada que se fue con sus compañeras de escuela a la radio LV12 donde se daba un concurso para cantantes desconocidos y ganó. Se presentó como Gladys Osorio para que su padre no la reconociera. Gladys por el nombre una de sus mejores amigas y Osorio era el apellido de la chica abanderada de su escuela. Mercedes siguió cantando en la radio bajo tal seudónimo hasta que su padre la descubrió. Al mes, tras reiteradas insistencias del director de la radio, Don Sosa accedió a que Mercedes firmara su primer contrato.
Luego, Mercedes ya con 16 años, cantaría incentivada por sus padres, en las peñas del Partido Peronista. Aunque unos años más tarde, se afiliaría al Partido Comunista.
En 1957 se radicó en Mendoza a raíz de su matrimonio con el músico Oscar Matus, con quien tuvo a su hijo, Fabián. Matus y Mercedes establecieron una sociedad artística con el poeta y locutor Armando Tejada Gómez que sería de gran trascendencia artística y cultural. Y Mendoza resultaría uno de los tres lugares entrañables de Mercedes Sosa, junto a Tucumán y Buenos Aires. Pues allí nació su hijo y se formó artísticamente.
Junto a esos tres lugares, Mercedes Sosa también destacaba su afecto especial por Montevideo, donde fue tratada por primera vez como una gran cantante, en una serie de actuaciones que realizó en Radio El Espectador y en Canal 12.
Mercedes Sosa comenzó a cantar en una época, en la que el tango de Buenos Aires, estaba siendo alcanzado en popularidad por la música de raíz folklórica, característica de las provincias. Este fue un fenómeno conocido como el boom del folklore, producido de la mano de la industrialización del país y la migración de millones de personas del campo a las ciudades, y de las provincias hacia Buenos Aires. Este proceso conllevaba transformaciones étnicas y culturales en la población que diferían de las que produjera la inmigración, mayoritariamente europea, que se produjo entre 1850 y 1930.
Mercedes, grabó su primer álbum de larga duración en 1962. En 1963, desde el Círculo de Periodistas de Mendoza, lanzó el “Movimiento del Nuevo Cancionero” junto a su marido, Óscar Matus, Armando Tejada Gómez, Tito Francia y otros artistas, que se darían a conocer como el “Movimiento de la Nueva Canción”. Ella siempre se mantendría fiel a los principios artísticos expuestos en el manifiesto fundacional del mismo. De allí proviene la selección rigurosa de sus canciones para que tuvieran un fundamento y un fuerte vínculo con lo popular, la apertura constante a jóvenes autores y formas musicales, el intenso diálogo con el rock nacional, el tango y el pop, así como la dimensión latinoamericana de su arte.
En 1965 su esposo la abandonó, dejándola con su único hijo, Fabián. Mercedes Sosa se trasladó a Buenos Aires, una ciudad a la que amó y que terminaría considerando suya. Allí grabó el segundo disco: “Canciones con fundamento”, que al igual que su primer álbum, pasó inadvertido, pero que en el futuro se volvería el disco exponente del Nuevo Cancionero. Ese mismo año (1965), poco antes de cumplir 30 años, Mercedes Sosa alcanzó la consagración popular de manera impensada. Se desarrollaba la quinta edición del Festival Folklórico de Cosquín, que se había convertido en el centro del boom del folklore en Argentina, cuando el músico Jorge Cafrune, por iniciativa propia y en contra de los deseos de los organizadores, hizo subir al escenario a Mercedes Sosa, de entre el público donde se encontraba.
Mercedes subió al escenario y cantó “Canción del derrumbe indio” de Fernando Figueredo Iramain, acompañada solo por su bombo. Contrastando con la discriminación política, social y étnica a la que fue sometida por las autoridades, el público estalló en aplausos aún antes de que finalizara la canción, convirtiéndola en la sorpresa del festival. Esta improvisada actuación recibió tal ovación que produjo que los contratos comenzaran a caer uno atrás de otro a partir de ese momento, y su carrera, que abarcaría sesenta años, empezó a brillar a nivel internacional.
En los siguientes años, y con continuos viajes, la amplitud de géneros musicales que interpretaba Mercedes Sosa aumentó, pero su situación personal era complicada debido a que su segundo esposo, Pocho Mazitelli, murió en 1978 y fueron momentos muy duros y tristes para la artista.
Mercedes Sosa jamás dejó los escenarios, a pesar de haber sentido siempre pánico a actuar en público, ni de colaborar con otros músicos, cantantes y poetas. Sin embargo, después de que los militares tomaran el poder en Argentina en 1976 e instauraran la dictadura, le prohibieron cantar y hasta fue detenida sin cargos con una gran presión internacional para que quedara en libertad. Ante esta situación, en 1979 decidió exiliarse, primero en España y luego en Francia.
Mercedes Sosa fue recibida en Europa como una artista internacional. Aunque los primeros meses fueron duros, nunca dejó de trabajar, grabó discos y siguió convocando público. Pese a esa realidad, el ánimo y el fuego interno permanecieron en pausa hasta el día de su vuelta. Jamás pudo cicatrizar la herida del exilio.
Referencias y Fotografías:
https://www.pagina12.com.ar/diario/verano12/subnotas/79175-25547-2007-01-17.html
https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-132929-2009-10-05.html
https://www.cultura.gob.ar/a-9-anos-de-su-partida-recordamos-a-mercedes-sosa_6606/
https://billboard.com.ar/historia-oral-como-fue-el-regreso-del-exilio-de-mercedes-sosa/
http://www.criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=30557
https://www.la990.com.ar/editorial/mercedes-sosa-la-voz-de-la-independencia
https://www.mercedessosa.org/la-fundacion/
07/2021
Volvió a la Argentina en febrero de 1982, poco antes de que la dictadura militar se viera obligada a iniciar el traspaso del poder a un gobierno civil, tras la Guerra de Malvinas. En esa ocasión, de la mano de Daniel Grinbank, realizó una serie de recitales históricos a sala repleta en el Teatro Ópera de Buenos Aires, que se convirtieron en un acto cultural contra la dictadura, a la vez que fue un hecho renovador de la música popular argentina, al incluir temas y músicos provenientes de diferentes corrientes musicales, como el folclore, el tango y el rock nacional.
Recordando esos shows Mercedes declaraba: “Lo grande fue que estaba toda la gente, más que amándome a mí, amándose a ellos”.
Fueron trece recitales a sala llena y entre los invitados a participar estuvieron el litoraleño Raúl Barboza, el pianista Ariel Ramírez, el tanguero Rodolfo Mederos, Charly García, León Gieco, Antonio Tarragó Ros. La dirección musical y los arreglos artísticos estuvieron a cargo de José Luis Castiñeira de Dios. Los músicos de soporte de Mercedes Sosa fueron el guitarrista uruguayo Omar Espinoza y el percusionista Domingo Cura.
En el recital incluyó dos canciones no folklóricas y una litoraleña, que resultarían emblemáticas de su repertorio: “Como la cigarra” de María Elena Walsh, “Solo le pido a Dios” de León Gieco y “María va” de Antonio Tarragó Ros. En el repertorio también se incluyó “Sueño con serpientes” y “Años” de los cubanos Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, respectivamente, que habían sido prohibidos por el régimen militar. Y fue la primera difusión masiva de esos autores en Argentina. Junto a Charly García interpretó «Cuando ya me empiece a quedar solo», en lo que significó un acercamiento histórico del folklore y el rock.
La actuación fue registrada en un doble álbum bajo el título “Mercedes Sosa en Argentina”, que constituyó un éxito de ventas y uno de los discos destacados de la historia musical de nuestro país.
Pero esta vuelta al país no sería todavía definitiva, tras la serie de estos famosos recitales debió volver al exilio cuando se enteró que uno de los militares genocidas, el almirante Carlos Alberto Lacoste preguntó: «¿Quién dio permiso a Mercedes Sosa para estar en mi país?». Recién pudo radicarse en Argentina luego de recuperada la democracia, el 10 de diciembre de 1983. Desde ese entonces siempre se mostró comprometida con las luchas por los derechos humanos y la preservación del régimen democrático.
En 1984 lanzó el álbum ¿Será posible el Sur?, donde incluye canciones de gran impacto político, cultural y artístico, como “Todavía cantamos” de Víctor Heredia, “Todo cambia” del chileno Julio Numhauser (uno de los fundadores del grupo Quilapayún) y “Como pájaros en el aire” de Peteco Carabajal.
En 1985 dio a conocer dos álbumes. El primero fue” Yo vengo a ofrecer mi corazón”, tomando el título de la canción de Fito Páez, en el que también se incluyen “Razón de vivir” de Víctor Heredia y “Canción para Carito” de León Gieco y Antonio Tarragó Ros. El otro álbum fue “Corazón americano”, registro del recital que realizó junto a Milton Nascimento y León Gieco, en el que también participa como invitado Gustavo Santaolalla y Antonio Tarragó Ros.
Como productora, organizó en 1988 uno de los espectáculos más importantes presentados en la Argentina: “Sin Fronteras”, que reunió en el estadio Luna Park de Buenos Aires a las argentinas Teresa Parodi y Silvina Garré, la colombiana Leonor González Mina, la venezolana Lilia Vera, la brasileña Beth Carvalho y la mexicana Amparo Ochoa, además de la propia Mercedes.
Durante las décadas de 1980 y 1990 siguió creciendo y dejando su impronta tucumana, argentina y latina. Fue capaz de emocionar a las etnias más diversas, desde China hasta el Vaticano, donde cantó en 1994 para el Papa Juan Pablo II.
En 2003 fue invitada por la pianista de música académica Martha Argerich a realizar juntas un recital en el Teatro Colón. Mercedes Sosa lo consideró un honor no imaginado.
A medida que su renombre internacional traspasaba fronteras, Mercedes Sosa aprovechaba esas oportunidades para participar con artistas fuera de América, como Luciano Pavarotti, Sting, Andrea Bocelli, Nana Mouskouri y Joan Báez, como una muestra representativa de estilos y nacionalidades. Precisamente Joan Báez la describió como “una cantante brillante con un tremendo carisma que es a la vez una voz y una persona; ella es, simplemente, la mejor”.
Sosa logró innumerables reconocimientos y premios no solo por su arte, sino también por su compromiso con los derechos humanos, entre ellos, el Grammy Latino a la mejor grabación folclórica en los años 2000, 2003 y 2006. Además de ser Embajadora de Buena Voluntad de la Unesco para Hispanoamérica y el Caribe. También le fue otorgado el Premio de la UNIFEM, Organismo de las Naciones Unidas que la distinguió por su labor en defensa de los derechos de la mujer. En 1985 recibió el Premio Konex de Platino a la Mejor Cantante Femenina de Folklore y el Konex de Brillante en 1995 a la «mejor artista popular de la década».
Entre sus discos se destacaron “Canciones con fundamento” (1965), “Yo no canto por cantar” (1966), “Mujeres argentinas” (1969), “Homenaje a Violeta Parra” (1971), “Cantata sudamericana” (1972), “Mercedes Sosa interpreta a Atahualpa Yupanqui” (1977), “Mercedes Sosa en Argentina” (1982), “Alta fidelidad” (1997), su interpretación de la Misa criolla (2000) y “Cantora” (2009), su último trabajo, lanzado poco antes de su muerte, que es un álbum doble donde interpreta 34 canciones a dúo con destacados cantantes iberoamericanos y que cierra con el himno nacional argentino.
Sus últimos años los vivió en su departamento ubicado en las calles Carlos Pellegrini y Arroyo, en el barrio de Retiro. Ahí se festejaban los famosos cumpleaños de La Negra cada 9 de julio. Se realizaron miles de ensayos y hasta se llegaron a grabar canciones enteras. Y era ahí donde Mercedes recibía a los periodistas cuando querían hacerle notas. Aquel espacio que era su casa, estaba lleno de cuadros y de obras de arte, con una calidez especial, muy característica de Mercedes Sosa, según recuerda su nieta.
El 18 de septiembre de 2009 Mercedes Sosa fue hospitalizada en Buenos Aires debido a una disfunción renal complicada por un problema hepático. El estado de salud de la artista, de 74 años, fue empeorando hasta fallecer en la madrugada del 4 de octubre.
Sus restos fueron velados en el “Salón de los Pasos Perdidos” del Congreso Nacional, y su familia publicó una carta tras su fallecimiento dirigida “a todos”, en la que la propia artista invitaba a celebrar la vida y a cantar en su despedida.
Se decretaron tres días de luto nacional y la referencia de la voz, en Argentina y en Hispanoamérica, fue incinerada, según su propio deseo, para esparcir sus cenizas en tres lugares amados por ella: Tucumán, Mendoza, y la ciudad de Buenos Aires.
Todos los países hispanoamericanos, a través de sus dirigentes, recordaron, homenajearon y decretaron días de luto por el fallecimiento de Mercedes Sosa y por su contribución a la esperanza de los más vulnerables y a la construcción de un mundo mejor y más justo.
En el 2010, su hijo Fabian Matus, fundó y presidió la “Fundación Mercedes Sosa”, ubicada en la calle Humberto Primo 378, en el casco histórico del barrio de San Telmo. La misma es una institución cultural sin fines de lucro que busca preservar y difundir el patrimonio artístico de Mercedes Sosa, con el fin de promover y desarrollar la cultura latinoamericana en las actuales y nuevas generaciones de Argentina y del resto del mundo, a través de una multiplicidad de actividades culturales.
En el 2016, su hijo también escribió y publicó el libro “Mercedes Sosa, la mami” (Editorial Planeta), junto a su prima y periodista Maby Sosa, sobrina de Mercedes. En el 2019, Fabian Matus falleció a los 60 años.